"Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia." — José Saramago
En México, la memoria histórica es una herramienta fundamental para comprender nuestro presente y forjar un futuro más justo. Desafortunadamente, el olvido, la indiferencia y, en esta era digital, la distorsión de la información erosiona la realidad. Al recordar y reflexionar sobre eventos significativos de nuestro pasado, podemos evitar repetir errores y trabajar por una sociedad más equitativa. El Movimiento Estudiantil de 1968, la Guerra Sucia, el Levantamiento Zapatista y la Guerra contra el Narcotráfico son ejemplos clave:
En 1968, los estudiantes mexicanos, inspirados en las múltiples manifestaciones en el mundo, se levantaron en un clamor por la democracia y las libertades civiles. Este movimiento pacífico fue brutalmente reprimido, culminando en la trágica masacre de Tlatelolco, donde cientos de estudiantes perdieron la vida. Pese a la gravedad del suceso, poco después ocurrió el Halconazo en 1971, la llamada matanza de Acteal en 1997, la represión en San Salvador Atenco en 2006, la matanza de Tlatlaya y la desaparición de los 43 en Ayotzinapa, solo por mencionar los principales crímenes de estado en los últimos 50 años.
Durante las décadas de 1960 a 1980, México vivió una época de represión conocida como la Guerra Sucia. El gobierno utilizó desapariciones forzadas, torturas y ejecuciones extrajudiciales para silenciar a guerrilleros, activistas políticos y opositores. La falta de reconocimiento y justicia para las víctimas de este periodo puede ser causa del historial de violaciones contemporáneas de los derechos humanos.
El 1 de enero de 1994, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se levantó en armas en Chiapas, coincidiendo con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Liderados por el Subcomandante Marcos, los zapatistas demandaban justicia, democracia y derechos para las comunidades indígenas marginadas. La resistencia zapatista puso de relieve la explotación y marginación de los pueblos indígenas. Hoy, el olvido de estas demandas puede llevar a una indiferencia hacia las condiciones de pobreza y exclusión que aún enfrentan estas comunidades.
En diciembre de 2006, el presidente Felipe Calderón declaró la guerra contra el narcotráfico, desplegando al ejército para combatir a los cárteles de drogas. Esta estrategia ha sumido a México en un ciclo de violencia extrema, con miles de muertos y desaparecidos, y una sociedad que vive en constante inseguridad. La falta de memoria sobre los orígenes y las consecuencias de esta guerra puede llevar a una miopía sobre la necesidad de soluciones integrales que promuevan la paz y la justicia.
La historia de México está llena de luchas por la igualdad y la libertad; sin embargo, un amplio sector de la población parece haberlas olvidado y prefiere afianzar las diferencias con los privilegios que estas implican.
Hoy por hoy la mayor parte de la violencia es ejercida por los grupos delictivos pero la represión la instauró el Estado y es vital reconocerlo para optar por las herramientas que permitan los cambios sociales que promuevan la equidad. La memoria histórica no es solo un registro del pasado; es un faro que guía nuestras acciones presentes y futuras, asegurando que no caigamos en la trampa del olvido y la indiferencia.
"La libertad requiere igualdad"
@susanademurga
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