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Foto del escritorSusana de Murga

Sembraron balas

Actualizado: 29 jul


El crimen organizado en México cobra vidas todos los días

En nuestro México, la vida vale poco, lo corrobora el menor precio de las muertes por encargo.


En las cárceles hay incontables testigos de que el sicariato no sólo era mejor pagado hace quince años, sino de que existían entrenamientos profesionales, si es que la palabra profesional cabe en la perfectibilidad del delito.


La causa principal radica en la alteración del orden de valores que causó la guerra frontal contra el narcotráfico. Tras criminalizar el consumo, el gobierno de Felipe Calderón apostó por la normalización de la violencia, por atizarla para después medirla con estadísticas que invisibilizan a las víctimas.


Una vez sistematizada la violencia, la curva de oferta y demanda de matones se desplazó. Si antes se ordenaba el asesinato de operadores destacados o personas de su entorno, hoy en día, se elimina cualquier “estrobo”.


Otro motivo clave, el que pretende atacar el eslogan de “abrazos, no balazos”, es la falta de oportunidades que convierte a las infancias en reserva de delincuentes y hace del delito una fuente de ingresos accesible.


Influye también el mayor derrame de drogas, porque el puente entre el narcotráfico y la juventud se acortó: hoy la realidad de los jóvenes incluye consumo de estupefacientes, sobredosis, robos, detenciones, muertes violentas y la cercanía de la Maña en todo momento.


Pese a que la tendencia de asesinatos violentos acaba de ser revertida, la vida vale menos que antes porque las balas sembradas germinaron como enfrentamiento en todos los niveles, en el político, el social y el de la delincuencia.

"La libertad requiere igualdad"

@susanademurga







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